Siembro el fin de mi enfermedad,
calidez en tu mundo salvador,
mi sustancia preñada por tu amor,
lejanía de mi oscuridad.
Tu persona detrás de mi verdad,
con tus armas de amado bienhechor,
tu gen, mi cómplice, mi coautor, consumación de reciprocidad.
Esta locura de tu frenesí,
urdida por tus pasiones, no nieva,
portas la entereza de un rubí.
Admiración por esta buena nueva,
peregrinando en tu popurrí,
trémulo en esta insania longeva.
Tú lo llamas solidez, pero a mí me produce ingravidez.
Me quedo flotando entre tus palabras.
Un abrazo
Me gustaMe gusta
Qué comentario más bonito. Muchas gracias Francisco, me alegro que sea así. Un abrazo y buen día.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Por cierto Francisco, le he cambiado el nombre al poema.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Estaba bien el que tú le habías puesto. De todas formas, me alegra haberte inspirado otra alternativa.
Un saludo, Mercedes.
Me gustaMe gusta
Pues sí me has inspirado ese título y además me gusta más. Muchas gracias y un abrazo Francisco.
Me gustaMe gusta