En un triste suburbio,
personas, en su silencio.
Caras de miedo,
de sufrimiento intenso.
Cabezas, con pañuelos,
estómagos tintóreos,
pelucas y sombreros.
El tiempo no se apiada,
más y más personas,
en esta tristeza monumental
que llena, la cabeza,
con palabras,
como “fuerza”, “valiente”, “guerrera”.
La vida que dura, a veces,
un soplo de aire fresco.
Respirar, con mejores curas
para dar, sepultura,
a esa odiosa palabra.
Nadie se atreve a nombrarla,
¡rasga en los cuerpos!
¿Cómo acabar con eso?
una locura entra por dentro,
¡te devora!
Un tenaz adversario
y, si te libras de él,
te conviertes, en un triunfador,
¡de los más grandes!
Valiente, por la marca,
que te ha dejado.
La victoria es dura,
la recompensa,
¡aliviadora de personas!
¡una vida segunda,
a tus pies!
¡celébralo!
Y, vive, cada día,
¡en una fiesta!
Corpore sumptum.
(Crudeza en el cuerpo).
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