Pues no miro más las estrellas,
¡tiempo al tiempo!
sus señales, me bandean,
hasta, el vespertino triunfo,
de un ave guerrera,
asolada,
en el distrito norte de tu alma,
cerciorada,
por la pena estridente,
a manos de un grillete.
Manos enlatadas,
desde que te fuiste de mi vera,
sin asomarte a mi lugar favorito:
¡a tu vera! ¡a tu vera!
Me arrodillo, me tienta,
la tertulia fanática,
de un alma en pena.
¡Bicho malo!

Deja un comentario