Algo grande se me ha partido,
mis lágrimas, fluyen,
entre la noche y el día,
engañosas,
ante los mismos oídos
y, los mismos ojos tuyos.
Mientras, tu pose,
acostado,
entresijos, de un mundo nuevo,
que se te ha presentado,
¡fanático loco!
Te has postrado en él,
igual que un desesperado,
mirándome, por el entrecejo,
como alguien desvalorada,
entre las rosas del jardín de Cupido,
ni tan siquiera, esperas mi marcha,
entre los líquenes empolvados,
de mi nuevo mundo;
éste se me ha terminado.
Me miras, por encima del hombro,
malhumorado.
Tus rajas,
ondas dentro de mí,
me han despedazado;
tu traición, aún más.
Y, en Urdorf,
ante las telarañas,
de lo que tengo delante,
entre las fuerzas de un día
y, las desganas de un mañana,
con una leyenda en mente
y una locura estridente.
¡Yo, aún, caliente!