No, tú, estás equivocado,
no te subas a la parra,
yo, confiaba, en ese secreto,
del cuarto encantado
cuando, tú, me lo contabas.
Mi piel se erizaba,
instinto lácteo de tu casa,
me hizo el culto del sismógrafo,
especialista de bombas.
Parlanchines en tu piel,
conseguidos,
en las mil batallas,
ruines batallas,
del puerto de las hadas,
esas magníficas pitonisas,
incluídas,
las de tu alhambra japonesa.
Rústica enseñanza
donde, tú, a mí,
me sacabas la sonrisa,
ésa del cuarto mágico,
la de esa lista, insospechada,
de dicotomía imaginaria,
con mi dolor,
tras esa sonrisa de lágrimas.
😘😘😘😘😘
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