Sin pausa (Número 410)


Y diré, con esta penumbra,

que oscurece hasta mi piel,

que de anciana, te amaré

igual que la primera vez.

Yo, te vi, sentado,

en aquel pollete de hierro

de la plaza de Santa Ana,

daba a la esquina de mi casa.

Y, recién pintado

de verde esperanza,

tú, te pintaste hasta el alma.

Yo, a voces, te llamé

para limpiártela.

Me miraste, te miré

y, todos esos sentimientos,

perduran conmigo

como si no hubiese vivido,

ni un día más,

desde que te conocí.

Y mira que he llorado

por estar sola, sin ti,

en este laberinto de amores

de mi vida.

Algo me consuela,

lo grito a los vientos:

todavía miro,

a través de esa ventana,

hacia la plaza de Santa Ana,

¡mi ventana hacia el amor!

😘😘😘




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