No te conozco (Número 337)


Y una voz, del más allá,

grita mi nombre,

cual águila imperial,

en un vuelo diurno,

voraz para tomar a su presa,

ya elegida.

Escucho mi nombre

con garra.

Escucho mi nombre

con seguridad.

¡No quiero oírlo más!

¡me quedan cosas por hacer!

¡bastantes!

Por cierto, tengo miedo,

¡deja de gritar mi nombre!

¡no me llames más!

¡estás confundida!

¡piérdete por el más allá!

¡te lo suplico!

¡no vengas más!

Tengo miedo de oír,

mi nombre, en tu voz,

irreconocible para mí.

Por favor,

¡no me llames más!

¡aléjate de mí!

no te conozco de nada.

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