Vertido celestial
de tu cauce dentro de mí.
Tus caricias, en mi piel,
delicadamente,
posees mi templo interior.
Solo tú, me conoces,
solo tú, con el tallo,
de tu lustrada flor,
tomas, en cada margen
de mi vida,
mi candela inmortal,
ante la bestialidad
de la tierra,
que me da palmadas,
con pasos gigantes.
Y, tú, desnudas mi alma,
hasta pulirla, para ti.
Y, con ella,
pongo, mi barbilla,
en tu corazón.
Y te sonrío, en este balcón,
cuajado de flores.
Y le hago un guiño,
a tu amigo Brinco,
en tu nombre.
“Amicitia vera illuminat “
(La auténtica amistad
ilumina)
Pingback: Un guiño (Número 233) – 🌎 Alquimia poemas de amor cortos +800. Otros poemas. Blog Mercedes Luque Navarro.