Yo vengo de los pueblos
del dorado trigo,
del maíz rudo,
del blanco algodón,
de la mismísima vega,
del corazón,
del Guadalquivir.
Las lisonjas de su río,
¡regalo de Dios!
¡maravillosos dones
para nuestro corazón!
Yo vengo de los pueblos
de la reluciente cal,
del cante hondo,
de las sevillanas,
del sol,
del buen vino,
del rebujito en la feria…
del queso, del jamón
y, de su aceite de oro,
¡pura bendición!
Yo vengo de los pueblos de
naranjas,
aceitunas empedradas…
de los pueblos
de hombres y mujeres
que ganan duras batallas,
del artista enamorado,
creador de altos niveles
y, del poeta cantautor,
en esta bendita tierra.
Yo vengo de la tierra del amor,
la de los difuntos venerados,
(vivos dentro de mi alma)
De ahí, ¡vengo yo!
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