Y, este escozor, ¿dónde se halla?
un escozor cerrado y profundo
tan mortificador y moribundo,
sumo devastador de mi vitualla.
Un escozor máquina de mi batalla,
como un huracán de inframundo,
letal daño en un microsegundo,
para mi cuerpo, caliente metralla.
Válida parca de mis comprensiones,
con tanto pesar en tu testimonio,
rudo asesino de mis vastos dones.
Con tu amor de traición, tu
demonio,
huella de mis dormidas conexiones,
crispadas por tu disgusto esclavonio.
Pingback: Intensidad (Número 159) Soneto – 🌎 Alquimia. Bellos poemas. Mercedes Merluna.