Ahora, mi andadura compasible,
hirviente por el sabor de tu boca,
tu sed, desierto rojo, me invoca
por orden de Cupido distinguible.
Mi senda te rastrea, tan sensible,
frente al desboque hasta tu roca.
Tu pureza límbica me trastoca
con tu esencia beata, irrompible.
Tentación, tu tertulia pastoril
y tu cuerpo me poseen con halo,
sin ocaso, sin daño a mi perfil.
Meritorio fin de mi varapalo,
coloreado río de aguas mil
para sanarme con tu santo talo.

Replica a Radiante (Número 116) – 🌎 Alquimia. Bellos poemas. Mercedes Merluna. Cancelar la respuesta