Sigo matando,
mi ansiedad,
colmando mi mente
de las historias
que me topo en mis versos.
En mi vida, las historias,
perecieron;
sólo unas palabras
de agradecimiento,
incluso, unas palabras,
de gran enfado.
Sigo matando,
mi ansiedad,
con un café,
entre mis manos,
con un pensamiento,
de soledad,
¡se parte mi alma!
¡no puedo más!
Una lágrima, se asoma,
deseosa de acabar,
con esa ansiedad
que, por cierto, tú,
AHORA MISMO,
me ayudas a matar,
al leer, estos versos,
que han nacido para eso…
para dar, sepultura,
a la tormenta,
de mi ansiedad.
¡Muchas gracias!
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