El poema que mató a mi alma (Número 1.111)


En la poza del sulfuro

de una tristeza, sin gloria,

pernoctando,

en las raíces duras

de los calabozos

de un corazón roto,

deshilachado, con pespuntes,

destrozados, con la histeria

de la soledad encrespante,

con martirios, de otros atacantes,

con lingotes menguantes, falsos.

Jolgorio apestante,

con la muda realidad,

no la de antes.

Pago a pago,

atadas, mis manos,

con moñas y espantosas cadenas,

peligrosas maderas,

enquistadas, entre farsantes.

Aros rotos y chispeantes candelas,

corpulentas torres de fuego,

en el firmamento,

con partituras de cabezas rotas,

en los hormigueros,

de los pastizales de mi boca.

Comunidades de alfalfa,

candela de cuarzo,

resguardado,

en caminos ocultos,

pisadas de pesticidas,

controles de una cabeza hueca,

sin altura de miras,

concominantes, sin ilusiones,

alma rota, rigor mortis.

(Rigidez de la muerte).

🤫🤫🤔

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