Flagelación (Número 1.087)


Entre los barrotes,

de esta cárcel de mi sueño,

anclado,

a un feo follaje,

caminando,

entre los tozudos dolores

de mi cuerpo.

Mi barriga, me recuerda,

el triste percance de la guerra,

heridas de arma blanca,

garraspera, en mi garganta,

el tubo de la militancia,

galopante.

Largas horas, postrada,

en mis cuerdas doloridas,

después, de la contienda.

Esas heridas de bala,

fogonazos,

en mi pecho ardiente,

color del espanto,

postrada,

bajo las trincheras,

huyendo del holocausto.

Letras duras en mi cercanía,

mis oídos estridentes,

ruidos vociferantes,

voces del enemigo,

que me atropella,

con las tropelías perspicaces

de una algarabía.

Me pesa mi alma,

me queda mi cuerpo,

cual contienda perdida.

Mis manos atadas,

puede que sea,

prisionera,

de las pozas de la vida,

eternamente condenada,

sin salida al exterior

de una esperanza perdida,

entre las nubes bajas

y, el amianto, contaminante,

en los pozos, negros,

de mi sepultura.

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