Me enamoras,
con las cuerdas de tu alma
que tocan, para mí,
melodías de duendes.
Tus ojos magistrales,
platinos del amor,
condensadores de emociones.
Digo, al aire, que te amo,
mi enamoramiento,
sin echarte nada en cara.
Tu amor, con el mío,
fuego puro,
que no se queme
en las ollas,
de una tribu secreta
que, indaga,
en algunas islas del sur
hasta que quizás, un día,
sea demasiado tarde.
¡La tardanza no espera!
¡Los días no llegan!
Tu amor,
en la trastienda,
encadenado,
a una puerta cerrada
con llaves de metacrilato
y, con candados,
de hierro oxidado.
Puerto viejo,
allí ha quedado,
en la ventisca
de un viento norte,
frío, lechos marinos,
sin el aroma de la tarde,
diente blanco
con el alma del espanto
en los secuaces miedos
del llanto, moliendo,
tu amor, mar adentro,
tiempo, tiempo…
Mercedes Luque Navarro
poemasdemercedes.com

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