Bajo el palisandro,
nos abrazamos,
con las encendidas ascuas,
en una primavera salvaje,
con los corazones,
entre limpios manantiales de amor
y, con nuestros cuerpos,
expectantes de un mundo nuevo,
con amores de salvación.
Tus manos, sobre mi espalda,
con el coraje,
con la sensualidad
que te caracteriza,
en las alturas, de una verdadera,
sensación de pasión.
Tus ojos acaramelados,
mirándome sin desazón.
Mis manos sobre tu pecho,
sintiendo,
el galope acelerado de tu cuerpo.
Tus latidos, ligeros,
los míos, exagerados.
El amor,
en nuestra tempestad
ha salido en nuestra ayuda.
El mundo
nos da otra oportunidad,
la vida, nos hace un guiño.
Tú y yo,
cogidos de las manos,
hasta los cielos.
El palisandro,
lo hablará luego.