Y, ahora,
¿quién me da la vida?
me la quitaste,
¡con la última partida!
El despilfarro de tu amor,
me hizo, tu cómplice,
hasta en mis más profundos sueños.
El arrebato de amarte,
te colocó,
pedazo a pedazo,
en mi corazón.
Inmortalidad…
de un cansado conejito.
Aluvión de codeces y sandeces,
previstas,
para cualquier viernes trece.
Cuando el sol se me acerque
me haré, un escapulario,
¡con tu nombre!
¡en mi frente!
¡con tus marcas!
hasta en el más recóndito lugar
de mi mente.
Y, en las lagunas pernoctantes
de unos testigos locos,
con unas neuronas perdidas,
¡en el holocausto de tu partida!
¡Tu patria, en mí,
ha quedado erguida!
El silencio, me vuelve hacia ti,
mi amor.
Tenerte a mi lado,
¡no es la solución!
¡te perdí físicamente!
y tus olores…
y tus energías…
¡siguen junto a mí!
Y, ahora,
¿quien me da la vida…?
¡eres tú! ¡sin ninguna duda!
0 comments on “Viernes trece (Número 789)”