El romero de mi cocina,
lo riego,
con el llanto de mi corazón,
con mi sensibilidad,
por pedirte perdón,
en esa noche de bochorno,
en aquel caluroso verano,
del noventa y dos,
cuando, yo,
te dije que te amaba,
mi amor.
Tú, recogistes todos tus poemas.
Te marchaste,
sin decir ni adiós.
Ese mundo,
no era para ti.
Mi estrafalaria vida,
se te hacía muy grande
y, como la primera vez,
cogiste el camino fácil,
el del verde abeto,
el que miramos juntos,
tú y yo.
Te lo enseñé,
en aquella Nochebuena,
del noventa y uno,
¡pobre de mí!
Cada vez, que te presento algo, tú, lo eliges.
Yo, estoy, aquí, para poner,
en tu camino,
las mejores notas a tus canciones,
¡solo para eso!
Tambaleo,
ante el frenesí mágico,
de tu conciencia paranoica,
¡como siempre!
Ves otras cosas,
las mías, ¿para qué?
-no te han interesado nunca.
Mis flores, preciosas,
¡cuántos riegos!
regadas,
¡con el llanto de mi corazón!
🥰🥰🥰🥰🥰