Un funeral se acerca,
los lloros en mis sienes,
congoja, dolor en mi cabeza.
Persigo, con la mirada,
a los acompañantes;
conocidos, familiares…
«visiones, no creo, que sean».
¡Uy! si van, mis hijos,
en la cabecera.
Cierro mis ojos,
siento, un golpe seco,
en mi pecho
y no creo lo que veo.
Me acerco, en un brinco,
a una señora mayor;
mi tía «Teresa»,
le pregunto, no contesta,
no se da cuenta.
Dos lágrimas,
salazón, para mi lengua.
Me acerco, de lleno,
a «Luis Manuel»,
mi marido;
lo zamarreo fuerte,
no siente nada.
Ya estoy algo más preocupada,
¿por qué será?
Pregunto en voz alta:
¿quién se ha muerto?
nadie me contesta
Lloro y corro hacia el cementerio;
¿que lápida estará abierta?
Busco desesperadamente,
me topo con los sepultureros,
los ignoro,
no hablo con ellos
Sigo corriendo,
busco un nombre,
entre las flores frescas,
un nombre.
Hasta que no lo veo no me lo creo:
¡mi nombre,! ¡mi nombre!
¡mi propio nombre!
¡mi propio entierro!
Miro hacia arriba,
miro hacia abajo…
hacia mi cuerpo
y solo soy, una tortuga,
que se arrastra por el suelo.
https://www.safecreative.org/work/1908071626831-una-tortuga-numero-484
[…] https://poemasdemercedes.com/2019/08/07/una-tortuga-numero-484/ […]
Me gustaMe gusta