Parece mentira
que así sea la vida,
un día arriba,
un día abajo,
salgo, entro,
quiero, no quiero,
falso, verdadero,
risa, llanto…
Y, aquí, se me encoje el alma;
llanto que araña,
mortalmente, mi entraña,
ante una partida rara,
la tuya, ¡Setefilla mía!
¿dónde estás?
Y, por un triste desengaño,
perdiste la resistencia,
¡qué rabia más grande!
Mis dientes aprieto,
con tanta fuerza,
que daño mi lengua.
No controlo esta situación,
sin decir más,
porque no quiero preguntas,
quiero respuestas,
no las encuentro.
Mi cabeza da vueltas,
una noria incesante,
tan grande…¡qué mareos!
El dolor se acentúa en mi corazón;
mi gran sufrimiento en la vida,
por otras tantas otras cosas,
mas como ésta, ¡no!
Tal vez, Sintra,
hubiese sido
un lugar mejor para ti.
Allá, el amor,
te hubiese tratado mejor.
Quizás, no debiste
cambiar tu rumbo,
¿quién podría saberlo?
¡imposible!
Ahora lo pienso,
circunstancias, ¡mala pata!
Dolor clavado en tu corazón,
dolor por tanto amar,
sin desgana,
sin espanto,
sin solución,
amor en gran cantidad.
Quizás, un halo negro
te hizo un guiño
y te dio tranquilidad
y te dio tu paz perdida,
por el odio,
por los desaires,
por las indiferencias,
círculo doloroso.
No puedo escribir más,
me ahogo y tú ¡Setefilla mía!
¿dónde estás?