Estrujo mi pan,
cada mañana,
en este rico aceite de oliva,
con la alegría
de los campos del sur,
con la sabia
de un árbol sagrado,
memorable.
Limpia mi cuerpo,
se lubrica con amor,
con la magia del sur.
Y, me cantan,
por bulerías,
con el arte a cuestas,
las naranjas de mi tierra,
exquisitas, en esta jarra,
colorida, con gracia.
Me las bebo de un sorbo,
me sacan a bailar,
cada día, en esta tierra mía.
Los desayunos,
gran jolgorio,
curtidos, con la frescura,
curtidos, con la esperanza,
de un nuevo día,
de un rubio sol,
en Andalucía,
¡qué hermosura!
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