Porteo igual a una espuerta
de aceitunas moradas,
con huesos minúsculos,
carga todavía más pesada,
una pena en mi alma,
no sé,
desde cuándo me acompaña.
Recuerdos de mi leona vida
a tu vera, amándonos,
en el silencio de las estrellas
en aquel olivar nuevo,
hoy, convertido, en senecto.
Recorro los mismos senderos,
las mismas veredas,
¡qué pena!
tú no apareces,
ni siquiera en primavera.
El arroyo se ha secado,
la candela ya no suena,
todavía guardo, un tronco,
con raíces de mi pena.
Y por, San Celedonio,
te espero a ver si regresas.
Amor de mis amores,
¡cúrame mi alma en pena!
1 comentario en “Gran carga (Número 299)”