Miro tus ojos sedienta por
ellos,
templo tus iris de mi
comprensión,
con su febo alzan mi
superstición,
cuna real de mis deseos
bellos.
Con ternura me palpas los
cabellos,
un abrazo sutil, un
achuchón,
suave mi pecho te da un
apretón
hundido en el limbo de tus
destellos.
Aletargada ya tu
altanería,
con los despojos de aquella
altura
postrada en el ayer que te
batía.
Virtual desnudez de tu
armadura
para quererme con tu
avemaría,
la del ponto, de tu
buenaventura.
Fotografía Pexels
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