Aunque solo sea para besarte,
amor, te aguardaré toda mi vida
con desnudez en mi alma plañida,
por mi añoranza para cuidarte.
Aunque solo sea para mirarte,
gracias a mi custodia heraclida,
con la dicha de la luna mecida
que me da un gran beso de tu parte.
Sobre mi cuerpo, tu limpia bahía,
libertad en mi ser que me desalma
por la felicidad de tu hombría.
Y, así, con la ofrenda de mi talma,
tan dentro te mantengo cada día,
en la esencia sagrada de mi calma.
1 comentario en “Pureza (Número 120)”