En este tiempo,
hilvano, las heridas
de mi corazón,
con hilos de seda.
Aumenta mi dolor
y, esta amargura,
tan pegada
en mi entraña,
con la dicotomía,
del arretazo
que me provocas,
cada vez que vienes a mí.
Por ello,
hilván tras hilván,
pienso,
no acercarme más a ti.
Y no me preguntes
el por qué de mi actuación.
Viejas historias,
como las tuyas,
no tienen perdón.
Y, tu ramalazo
de hombre recto,
ya se ha muerto.
Y solo me queda,
tu oscuridad.
2 comentarios en “Hilos de seda (Número 111)”