Alicanto,
mira sus colores,
como el dorado trigo,
¡turgente y amasado color!
¡Oh! como la luna plateada
brilla en los cielos,
a lo lejos.
Y, en su guarida,
¡dorados lingotes!
¡plateados dones!
¡la cueva del alicanto
repleta de tesoros!
No te ciegues por ellos,
libertad a tu avaricia,
sino, te perderás
y, no encontrarás,
el camino de tu vuelta.
Ceguera por el brillo,
despampanante,
de sus alas.
Te cegarán, allí mismo,
por tu egoísmo.
¡Míralo sin avaricia!
¡con disimulo!
Y, así,
conseguirás sus tributos
Eso cuenta la leyenda…
¡la leyenda del alicanto!
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