Y me invento,
en mi alma,
una gota de agua
que limpie el pesar
que acompaña
todas mis vidas,
desde hace,
unas dos mil primaveras.
Y todo
por no tenerte
a mi vera,
Desde entonces,
me peleo conmigo misma,
ando sola,
sin amparo,
con los desengaños,
entre los dedos
de mis manos,
en mi corazón,
la ceguera.
Hoy,
me dicen algunas meigas
que llamas
a mi puerta,
que me harás
una propuesta, ¡gran propuesta!
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