Noche de brujas (Número 1.149)


Si hasta el mismo Señor,

se me acerca,

si cierro mis ojos.

Lentamente,

dentro de mis pies,

incandescencia, por mi cuerpo,

agujas, me clavan dentro,

tinta que graba, tu nombre.

El sonido, me recuerda,

a que, tú, me velas.

La claridad, en el ventanal,

los árboles de fuera,

leones, a los lados,

el recuerdo, de mi poderío nato,

el dolor, en algunos lados,

en otros, la sensibilidad muerta.

La pena, adormidera,

el llanto, en el letargo,

la abuela, enferma,

gravitacionales bandas,

en el espanto de alguien,

con el miedo, en su garganta

y, con los atributos,

de ganar todas sus batallas.

El hombre, ligero de carga

llega, con su consciente poder,

me alegra la triste morada.

Nada de padecer,

el momento, es ahora.

Las cargas, fuera,

el día, bello,

el cielo, rosa,

las ventiscas, se fueron,

la comida, en la mesa,

mirando, con sigilo,

por si alguien se da cuenta.

Las gasas, mojadas,

la tristeza,

de un dolor camuflado,

en el largo espanto,

de una noche de brujas

que, aún, continúan cazando;

las escobas, se oyen,

con el pensamiento,

en el mes de noviembre.

Yo, de nuevo, iré a verte…

🥰🥰🥰🥰




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