Montada, en caballos salvajes,
con la mirada, al frente,
despampanante,
con el ruido, de una noche loca,
en las «pamplinas mortas»
de unas musas, en el desierto,
solas, sin complacer a nadie,
ignorando, cuales fuentes vacías,
por el atolondramiento
que llevo dentro,
desde que me comí,
al amor salado,
de tus manos de conchas marinas
y de mis días de sirena,
en medio, de un océano salvaje
que te puso, delante de mí,
con los caballitos de mar,
álgidos, de nuestro amor
y, con pequeños peces,
en los pies,
sonriendo, ebrios,
por nuestro preciado amor.
Y hasta, los tiburones,
mirándonos,
con la gracia de los magos
y, con el vino blanco,
derramado, dentro del mar,
celebrando, lo que nos ha pasado.
Mi vida, el amor,
rebosa, las vasijas,
de nuestros corazones
y, los candados, de nuestras almas,
se han derretido,
con la alquimia salada del mar,
en nuestro dulce catamarán.
🥰🥰⭐
Me encantó el poema, Mercedes.
Rebosa amor y pasión.
Fuerte abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Me alegra mucho que te guste rimasflotantes!!!!
Otro abrazo de vuelta😘😘
Me gustaLe gusta a 1 persona