Cúpula blanca,
entrada de mi cuerpo,
en la esfera,
de la vida celestial.
Este alma mía, se abalanza,
sobre tu mano abierta
que se coje, a la mía,
con tu dulzura de santo,
grato momento,
en los lugares, más hermosos,
de los cielos.
Nosotros,
comiendo, de la gracia del amor
y, el cuerpo sobrante,
hacia abajo,
equidistante, el alma,
no ha dejado de glorificarnos.
Hoy, nos vemos,
en la gradiente,
del firmamento poniente.
Tus manos,
también, en mi frente
y, el amor, contra vientos fuertes,
contra mareas feroces
que no han dejado,
de mandarme,
señales de árboles nuevos,
con estados de silencios eternos…