¡Azalea! ¡Azalea!
Azalea de mi corazón,
a la sombra, de mi historia,
que palpita, con tu corazón.
Andantes corpúsculos,
entrega de los emuladores,
con pestillos de oro,
en la vereda del sarmiento.
Puro romero entre mis dedos,
en la penumbra,
de un aire renovado,
con el silencio de tu amor.
Impronta, en las aventuras,
de mis despropósitos.
Ardes de nuevo,
en las ramas, del arbol viejo,
con cañas en tus manos.
Puede que no te repique
nada de antemano y
que, hoy, solo te diga
que este poema, para ti,
mi gran regalo.