Puedo darte
el más brillante triunfo,
cada vez que, tú,
me das la espalda,
se resiente mi alma,
encodida,
en una guarida negra
que, le sabe,
a ceniza muerta
por la más recóndito pena,
de alzar, gritos, a los muertos,
en sus noches de misterios,
rompiendo calderas,
de muertes infringidas
con el clon, de una sustancia grisácea,
en las mentes maravillosas,
de las fuentes claras,
transparentes,
por un buena y lograda gloria,
presente,
cuando te nombra y ninguneante,
por los polos,
de una amor impávido y grisáceo
que se ha hecho mármol,
frío, frío y, un mármol negro,
no blanco,
ese brillo se perdió primero,
entre muertes y muertes
de inquietos tumultos
en la oscuridad de tu verbo,
tan omnipresente en mis carnes.
😘😘😘🥰
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