Mejorar (Número 987)


La simpleza de la vida,

codicia, de una solución,

que respete mi cuerpo

y no, me socabe,

dentro de mis problemas.

Sin secretos inmóviles,

por este desierto,

sin flores nuevas,

sin ninguna primavera,

sin sandeces,

de algunos cantos, cuajados,

de almas vivas, ilusionadas,

con un camino,

el mejor de todos, escogido,

con las entrañas,

de un alma pura,

que se trastoca,

con dolorosas partidas,

por las cumbres cavernosas,

parturientas catastróficas,

en las lunas de Levante,

para cualquier caminante,

en soledad palpitante,

en los ruedos equidistantes,

de los días, más inimaginables,

ante la pérdida

de cualquier miembro de su vida,

a lomos, de una locura vigilante

y nocturna.

La soledad, faro de guia,

el holocausto,

viene encima,

interesante canallada,

vespertina,

cual extremista,

cargado de piedras

y de poluciones.

En otro momento,

será mejor,

¡puro placer!




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