Contando ovejitas (Número 982)


Los insomnes,

nos repartimos,

el lote de las ovejas.

Muchas blancas

y, alguna negra,

que se nos cuela,

en las horas,

de las noches eternas.

Los ojos,

encandilados,

la mirada,

a trescientos sesenta grados

y, el cuerpo,

agotado.

Algunas ovejas,

saltarinas,

otras,

paralizadas,

muchas, descarriadas.

La mente, a ratos,

superconcentrada,

otros ratos, perdida,

en la noche larga,

a la espera de agotarse.

Los insomnes,

seguimos contando,

ovejas y ovejas

y, algunas veces,

hasta caballos…




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