Cambios (Número 968)


Mucho cuidado

con esa música ensordecedora,

que me aprisiona,

con las bandadas secas,

de los pájaros azules.

Libre mi vuelo,

una loba marina a destiempo,

con las cegueras impotentes,

de este universo.

Viento del sur me lleva,

a una cima imponente,

con cruces de alivios,

en mis pechos ardientes.

Sobrevuelo, con bravura,

las cimas más altas,

con la candidez de una dama,

embriagada,

hasta volatilizarme,

entre nubes blancas

y, fundirme,

con la naturaleza plena.

La gracia, en mis carnes,

ahora, se ha hecho sangre,

corrientes gigantes,

en la aurora boreal,

de un paisaje espeluznante;

grados y grados de pasión.

Las mejores fortunas las tengo yo,

en este drama litúrgico,

con una drogada elevación,

entre las cuerdas gratificantes

de los seres imaginables,

por una mente agriada,

por una pena horrible

que llevo en mi alma.

Mis ojos llorosos,

lo dicen todo aunque, mi boca,

permanezca cerrada.

Mi gran volatilidad,

me hace desparecer,

de esta tierra impactante

que me daña garra tras garra.

Mal hecho por su parte,

mi colocación, en el cielo azul

ya me hace domarme

y permanecer, bien,

por un gran instante.

Planeo quedarme,

con esta sensación,

cuando vuelva a poner, mis pies,

en esta tierra cambiante.💥💥

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