Gigantes curvas,
en el bello cielo,
las nubes, en círculos,
con forma de racimos,
un busto, aparece,
con ojos blanquecinos,
por todos los que se han ido.
Lustrosos reflejos,
culminados, en el lago.
Decanos, caminando,
por los caldos mansos.
Intrincantes carniceros,
en los cantos,
de una vida dormida,
con posibilidades,
perdidas,
con la rosa blanca de los luceros,
en otro terreno.
Cantemos,
con las baladas primorosas,
entradas entrelazadas,
con amigos del alma,
en las inmediaciones,
de una lustre mirada.
Caminemos, por las tribunas,
de unos ojos llorosos,
con el covid de trasfondo.
Las veces que te he mirado,
me dicen,
lo que has pasado,
con las vivencias de otros,
con la pandemia de trasfondo
y, con tu corazón, tan roto.