Triste guasa,
en esta situación,
impresionante,
el amor, el de antes
se fue y no vino,
se lo llevó, el agua,
de un frío río.
Desembocó,
en un mar vespertino,
se puso turbio.
Los peces del fondo del mar,
se asustaron.
Los delfines,
se quedaron quietos.
Y, la ballena, no creyó
lo que le dijeron,
siguió en su loco zoco.
Las turbulencias
se hicieron raudas, veloces.
Las estolas de las nutrias marinas,
dejaron de moverse,
¡no son como antes!
les llegó la tristeza,
frente a la cruda realidad
de un manto de caídas hojas,
en mi corazón,
que, ya, no te toca,
entre las sábanas muertas,
de mi cama vacía
y de mi vida loca.
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