Mi camino espino;
parada, en la zona roja,
surco las naranjas,
vía libre en las verdes.
Mi peligro, al fin,
desvanecido.
Todos los rincones,
se me han hecho,
un parque de hierba verde,
para mis lazos de sangre
que, me quieren,
sin lágrimas de cañas pajizas.
El don de la vida,
ha venido a verme,
con los misterios de los duendes,
curiosos, por conocerme.
Mi salvación,
se ha hecho presente,
un caño de agua viva,
purificadora,
de mis virtudes ausentes,
ha llenado mi vida,
en este presente.
Mi evolución, eminente
y, mi corazón, en fusión.
Los dos los llevo unidos,
hasta el día de mi muerte.