Inter portas mortis (Número 942)


¿Qué te digo

del orden establecido,

por mis caminos fracasados,

hacia una liberación nocturna

en tus brazos,

con la parsimonia,

de las bondades de la vida,

copiosa, en nuevos estados,

plasmados,

en una farándula eterna

que permite, saborearnos,

hasta la médula,

con los mejores bufetes,

comiéndonos con placeres,

con el mundo al revés,

continuando,

con las ganas de comernos,

aún, después,

de una lenta digestión?

¡Te quiero con el alma!

¡Me amas con más ganas!

Nuestra comunión

no rompe nada.

Nuestras vasijas,

intactas.

Nuestros corazones,

laboriosos.

Y, nuestra piel,

saboreando,

las mieles de un frío invierno,

contra el hielo y la escarcha,

envueltos,

en sabia de amores y pasiones

con las ganas de llegar,

juntos,

al estiloso campo,

de la paz de la vida,

antes de ninguna partida,

ni la tuya ni la mía.

«Inter portas mortis».

(Dentro de las puertas de la muerte).

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