Entre los árboles,
con una mirada nueva,
detrás de una columna,
quieta,
tu silueta, se presenta,
en la imaginación de mi mente
que, todavía, te respeta,
con el único privilegio,
de soñarte, de nuevo,
en los márgenes,
de un pueblo engañado,
potente escándalo,
diversificado,
entre las perdidas nubes
de mi vida, fervientes posesiones,
entre mis dedos,
que se deslizaban,
por tu fundido cuerpo,
en las yerbas frescas,
de un río caudaloso,
corriente abajo,
con las piedras limpias
y, con los chorros calientes,
por tenerte,
con la hermosura,
del amor más fuerte.
Hoy, todo eso,
es pasado, el tiempo,
te quitó de mi vera,
en tus noches, yo, volaba
en mis caballos blancos,
con la sombra de tus besos,
en mi boca y, con la sordera,
de los amores empedernidos
que, alimentaban, mi carne rosada
y, tu calma, se hizo latente
hasta que te fuiste,
sin poderte quedar,
amor mío,
sin más equipaje
que, el amor,
que, yo, te pude dar.

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