Entre las majestuosas nubes,
con los querubines encendidos,
en el colmo de un día de verano,
hambriento,
en los corredores de una muerte lenta,
por amor del bueno.
Las especialistas del cosmos,
entre dientes,
susurran lo que me como de ti.
Esas lindas sensaciones
que siento junto ti.
Esas grietas
que cierro, en mi cuerpo,
al sentarme junto a tus carnes.
Pierdo mis colgajos,
el nerviosismo, se adentra,
por mis mejores manjares.
Siento,
la mismísima lumbre del amor,
cerca de mis brazos
y, mis piernas,
atosigadas, se paralizan,
frente al asombro de verte.
¡Ni para delante!
¡Ni para detrás!
¡Inmóviles!
Los mares, voltean su sal,
encima de mí,
para que me agite junto a ti
y, el verbo de amar,
sea una realidad.
Amándonos en este bello oasis,
caramelizado,
entre las nubes mágicas
del cielo estrellado,
con los consumos afortunados,
de un brindis,
por lo que nos está pasando,
amor mío.
¡Felicidad!