Fuente del amor (Número 895)


Y, entre los jolgorios

de mi alma amante,

tu corazón,

en un hilo de seda blanca,

pespunteado,

con las costuras de mi alma.

Festejo mi vida a tu vera,

con tus comisuras de alma buena.

Te tengo,

en lo mejor de mi cuerpo;

este sitio solo para ti

porque, te amo tanto

que, mi condición de santa,

te la dedico a ti,

estremeciéndome,

cada vez, que miro tu alma noble

y, tu corazón enorme.

Te amo,

con las bengalas de mi corazón,

justo, cuando las lanzo, a deshoras,

para sentir,

el sabor de una inquietante morada,

con las almas danzantes,

en la lujuriosa noche viviente,

con los sueños doragdos,

de los amores, más extasiados,

del lugar donde,

ahora estamos tú y yo,

bajo una sombra,

de calistros momificados

y, entre esos matojos escalofriantes,

postrados,

cerca de la fuente del amor.

Ya, el agua, se ha secado,

los monjes del lugar, aún,

no la han arreglado.

Se ha acabado de atarugar,

con los turbios energúmenos,

que la han cogido fuera de sí,

poniendo,

rafias y maderas,

delante de sus chorros

de agua cristalina, cada vez,

más solidificada,

por los duros espantos

de las catacumbas, reliquias

de la mano de un santo varón

de La Alpujarra

y, bendecido,

en los carteles,

con las olivas blancas,

cuajadas, de nieve,

como el amor que, algunos,

no tienen.

4 comentarios

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.