En un rincón oscuro,
el mundo, se parte a trozos,
trapeadores,
hombres y mujeres,
pintores de latitudes,
empedernidos,
en un soporte calendario
de idas y venidas
hasta la litosfera de una vida limpia,
pertinazmente caprichosa,
entre los gradientes rayos y tormentas,
caídos sobre esta triste esfera,
con luminarias de pena,
en las postales navideñas,
de un dos mil veinte podrido,
por culpa, de una mala pandemia.
El mundo, descolorido,
las postales, en blanco y negro,
las personas, muriendo,
el fantasma del miedo,
en la noche oscura de las verbenas,
para parar esta pandemia
antes de que, nadie más, se muera.
Sin lugar a dudas que la pandemia nos nos deja un mundo diferente al que solíamos vivir. Y a pesar de dejar el confinamiento, aún tenemos temor de confraternizar. Tu poema nos lleva a esos días de aislamiento que nos ha dejado una huella difícil de olvidsr. Muy actual tu inspiración.
Me place saludarte nuevamente después de un receso en el blog.
Un abrazo
Manuel Angel
Me gustaLe gusta a 1 persona
Como dices Manuel es cierto esa huella cuesta olvidar y es duro no poder relacionarnos como antes.
Gracias por tu saludo y un fuerte abrazo de regreso para ti.😘😘
Me gustaLe gusta a 1 persona
Sólo cuesta atenernos a “no hay mal que dure cien años”. Lo mejor para ti esta tarde.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Manuel muchas gracias por esos buenos deseos, igualmente para ti!!!!😘😘
Me gustaLe gusta a 1 persona