En un rincón oscuro,
el mundo, se parte a trozos,
trapeadores,
hombres y mujeres,
pintores de latitudes,
empedernidos,
en un soporte calendario
de idas y venidas
hasta la litosfera de una vida limpia,
pertinazmente caprichosa,
entre los gradientes rayos y tormentas,
caídos sobre esta triste esfera,
con luminarias de pena,
en las postales navideñas,
de un dos mil veinte podrido,
por culpa, de una mala pandemia.
El mundo, descolorido,
las postales, en blanco y negro,
las personas, muriendo,
el fantasma del miedo,
en la noche oscura de las verbenas,
para parar esta pandemia
antes de que, nadie más, se muera.
Deja un comentario