Sube que sube mi temperatura,
me pongo a la vera tuya,
un hervidero de átomos,
fundiendo mi corazón.
Y, en un acantilado expectante,
culebras mal hirientes
en tinajas de almazara.
La pureza de tu gracia,
choca, con los mirones nefastos,
que suben hacia tu ladera.
Y, los perros, ahuyentan,
el mal que te rodea.
Presentimiento de lujuria,
un negro aura,
tintadas falsas
en tu cercada vereda.
¡No son quienes realmente son!
¡Te aprisionan en sus redes!
¡Redes de acero caliente!
Y, la fundición ardiente,
hará que desaparezcan para siempre.
¡Sepultura para esas estructuras vastas!
Casuística de tu mala suerte,
en el hervidero de tu fragua,
que, para mí, se enciende,
eternamente.
Fotografía Pexels
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