Esta noche cierro los ojos
en una soledad apabullante,
hiriente, con células salvajes.
No salgo para no ver a nadie,
se acabaron mis salidas nocturnas.
Perfidia de un amor desmemoriado,
mis luces, a la luz de la luna,
contando estrellas,
alrededor de tu cuello
y, tu lumbre de fuego,
desaparecieron.
Y, entre los juncos del fuego
estremecedor,
el que me hizo arder,
en aquel invisible puerto
de las lumbreras,
en tu alta cueva,
dentro de la montaña sagrada
donde, tú, ardías
con el fuego del amor,
y, con tus brazos extendidos,
hacia la luna,
en la celebración del cielo.
Clareaba y, con suspiros,
se marchaban las estrellas.
Yo, te entendía;
sé que la naturaleza
te hablaba.
Contigo, reían las flores.
Te llamaban los leones.
Las rocas, crujían sus dientes
y te acechaba, el mes de mayo,
para que vinieras a mi cuarto
dónde, tú y yo, hacíamos el amor
entre los cedros del bosque encantado,
en la noche oscura.
Y, entre tus brazos coloridos.
perdí el miedo a la locura,
con las melodías de tu canto,
extrapolándome
con las luces,
a tu estado de Ángel encantado.
Fotografía Pexels
0 comments on “Encantamiento (Número 749)”