Nueva octava (Número 745)


Cinco de la mañana,

penetra, entre mis piernas,

una fría música,

por las ventanas de la noche.

Siento, que me recorre,

un tortuoso camino,

en esta oscura vigilancia.

Las tormentas,

me dedican,

la peor lumbre de mi vida;

una fuerte noche,

una troglodita hecatombe.

En esta habitación,

«urbi et orbi»,

llena de truenos,

con el estruendo,

de las máquinas,

¡a diestro! ¡a siniestro!

Me asomo a la ventana,

en esta séptima planta,

en estas paredes,

donde, nada bueno,

se cuece;

los escalofríos, van,

los miedos, vienen,

las sábanas, mojadas,

el sudor, interminable,

por mi frente,

el tedioso, incurable,

de una muerte,

paseando, cada noche,

por este cuarto,

de liebres vivientes,

acantonadas,

para sepultarme,

bajo una húmeda tierra,

que me quiere apresar,

entre sus antojos de serrín,

para, atozarme, de repente.

Mi simiente, se apaga;

ella, recolecta,

mi fruta de vida,

en mitad de la noche.

No me rindo,

a esta suerte infiltrada,

mi viaje, por las tinieblas,

a una nueva octava,

Do, Re, Mi, Fa, Sol, La, Si…

todo sea,

por el cambio eterno,

de mi alma encalomada.

🥰🥰🥰🥰

Fotografía pexels




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