Turbina de una ilusión,
entre los brazos jaspeantes,
de una canción de verano,
a la sombra, de una hamaca,
en mitad de la nada,
señalando, con mi dedo índice,
hacia el estrepitoso gran sol,
que se abre paso,
a las cinco de la mañana.
Ahora, él, no me ha llamado,
sin las espadas en mis manos,
trémulamente,
me he atrevido a sentarme
a su espera.
Me concede, la bella estampa,
que se acerca,
entre estos árboles,
que van apareciendo,
a mi vista.
Y, mis piernas dormidas,
entre las dolorosas noches,
que no me han curado.
Y, entre esas sábanas,
pierdo, mis lunas,
estrepitosamente;
me destrozan, el alma.
Temprano, pongo mis pies,
en este frío suelo, a oscuras,
en este reguero,
con mi vista en el vacío.
Intramuros,
cobarde amenazante,
mi cabeza, dando vueltas,
los silbidos, en mis oídos,
mis pies, helados,
mi hombro, tirante,
mi pecho, encogido,
mi sudor, escarcha en mi piel,
todo, por ese extraño sueño
que hace que, mi cuerpo,
abandone mi cama,
para salir a buscarte,
en mitad, de una mala noche.
Mi cuerpo arde,
tu grandiosa luz,
paso me abre,
entre el cielo celeste.
Mis ojos, alegres de verte;
he esperado, toda una vida
entera, para verte.
🥰🥰🥰🥰🥰
Fotografía facilitada por pexels.