Adiós (Número 725)


Mi vista, fija,
en el vacío de la plaza.
Vaivenes de niños,
correteando,
por aquí, por allá.
Hoy,
¡no hay ninguno!

Los padres, empujan
los columpios,
hasta el cielo.
Hoy,
¡no hay ninguno!
Las madres, hablan
sonriendo.
Hoy,
¡no hay ninguna!
Juegos de niños,
¿quién gana?
¿quién pierde?
Hoy,
¡no hay ninguno!
Olores penetrantes,
el azahar de los naranjos,
eso,
¡no hay quien lo pare!
Hoy,
¡soy una extraña!
¡no pertenezco a esta tierra!
Algunos, dicen,
¡cuestión de tiempo!
¡esto…
pasará!
En este lugar,
¡falta algo!
Todo tan extraño,
un mundo irreal,
¡aullidos!
¡en la misma tierra!
Todos,
¡en un nivel galopante!
¡vibrantes palmadas!
se disuelven con el viento.
Yo, invisible,
mirando a este parque.
Los árboles,
¡quietos!
¡sin paseantes!
No comprendo
mi locura,
permitida locura.
Ni tan siquiera,
un adiós,
he podido darte,
¡abuela de mi alma!
El cielo,
¡cuenta contigo!
¡ahí estás tú!
Abuela mía,
tú,
¡su alegría!




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