Por ti (Número 392)


Acuéstate a mi vera,

tú, recreo de mis penas.

¡Qué bonita la vida,

al amanecer, junto a tu candela!

Me miro en el mar de tus ojos,

en la profundidad,

de tu mirada secreta,

océano persa,

en la Babilonia de tu harén,

virtuosa procesión,

de verdes con azules celestiales,

inmersos, en tu hastío,

desde ayer.

La comisura de tu boca,

me vuelve loca.

Mi alba y mi luna

te llaman, de nuevo,

para atarme, a tu cintura.

Yo no te molestaré,

si no te agradan mis curvas.

Montículos petrificados,

de mi tristeza,

en aquella época oscura,

de mi vida, sin ti.

¡Asunción! ¡Renacimiento!

Todo, por ti…